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viernes, 22 de agosto de 2008


Noah: ¿Te acuerdas de mí?

Allie: Sí, claro. ¿cómo era, el Señor calzón?

Noah: Bueno, yo...

Allie: ¿cómo podría olvidarme?

Noah: Sí, quería aclarar eso, porque lo siento mucho. Fue una estupidez... subirme a la rueda sólo para charlar. Pero tenía que acercarme a ti. Me sentía muy atraído.

Allie: Ay, qué piropazo. ¿Lo usas con todas las chicas?

Noah: No.

Allie: cómo no. Te vi la otra noche con la del moño.

Noah: ¿Qué haces hoy en la noche?

Allie: ¿cómo?

Noah: O mañana en la noche, o este fin de semana.

Allie: ¿Por qué?

Noah: ¿Por qué? Nuestra cita.

Allie: ¿cuál cita?

Noah: La que aceptaste.

Allie: No...

Noah: Sí, la aceptaste. Lo prometiste y juraste.

Allie: Bueno, parece que cambié de opinión.

Noah: Mira, sé que siempre te llega un patán de la calle... y no lo conoces. Tú no me conoces, pero yo me conozco. Y cuando veo algo que me gusta, tengo que tener... me encanta. Digo, me vuelvo loco.

Allie: ¿De qué hablas?

Noah: Bueno, de ti.

Allie: Uy, eres bueno.

Noah: ¿Qué?

Allie: Eres bueno.

Noah: No. No lo digo por eso.

Allie: Eres muy bueno, de veras. Eres fantástico.

Noah: No lo soy.

Allie: Sí lo eres. Estoy impresionada.

Noah: Normalmente no soy así.

Allie: Ay, sí lo eres.

Noah: Puedo ser divertido, si quieres... pensativo... inteligente, supersticioso, valiente. Y eh... puedo ser ligero de pies. Puedo ser lo que quieras. Sólo dime lo que quieres y lo seré por ti.

Allie: Eres un tonto.

Noah: Lo podría ser. Anda, una cita. ¿Qué puede tener de malo?

Allie: Eh... creo que no.

Noah: ¿cómo puedo persuadirte?

Allie: Seguramente inventarás algo.